Según la teoría de difusión de innovaciones del Dr. Everett M. Rogers, los adoptadores potenciales de tecnología se dividen en las siguientes categorías: innovadores (2,5 %), adoptadores tempranos (13,5 %), mayoría temprana (34 %), mayoría tardía (34 %) y rezagados (16 %).
Muchas veces la baja adopción tiene que ver con que los mercados no siempre están maduros como para adoptar Innovación, como veremos en el siguiente caso.
Según la FIHP, la industria del concreto premezclado en Latinoamérica es del orden del 20% del total del consumo de cemento. Vale decir, un 80% se fabrica «a mano». Esto muchas veces tiene que ver con el gran costo que significa el hacer concreto en bajos volúmenes, donde si se requiere menos de 4m3, entonces va a ser más barato si se hace con un «trompo» en obra con tecnología tradicional.
En países de mayor desarrollo, como EEUU y Europa, el tema es al revés. El concreto no industrializado es el 20% y eso se da precisamente porque utilizan desde hace más de 50 años las tecnologías de plantas móviles que son capaces de hacer bajos volúmenes, pero a muy bajo costo, incluso más que el hecho a mano.
Aun así, en Latinoamérica esta tecnología no ha logrado penetrar lo suficiente. Por ejemplo, en Chile se intentó adoptar hace 20 años sin éxito, ya que no era permitido su uso debido a que las cantidades se median en volumen y las normas sólo permitían mediciones en peso. Recién el 2016, cuando se actualizó la norma de hormigones, se empezó a readoptar esta tecnología abriendo todo un mercado para el sector. Aun así, la inmensa mayoría de los usuarios finales de la industria del concreto no ha migrado a esta solución, prefiriendo el hormigón confeccionado en central hormigonera y camiones mixers tradicionales, pese a que esta tecnología de plantas móviles es más costo efectiva (incluso del orden de un 60% de ahorro), menos contaminante y de mayor productividad que la tradicional.
Dentro de las razones de por qué puede que estas tecnologías no hayan logrado el nivel de penetración que ha tenido en países más desarrollados, pasa mucho por la inercia y reticencia al cambio de nuestra industria de la construcción local, que actúa más bien como una «mayoría tardía» o incluso como «rezagados», más que como «adaptadores tempranos», perdiendo la oportunidad de aprovechar las mejores tecnologías que ofrece el mercado.
Y usted, ¿cómo se clasificaría a sí mismo en los grupos que se muestran al principio de esta columna (según Rogers)?