Durabilidad, el hidrógeno verde del mundo del concreto

Hace un tiempo, en el lanzamiento de la hoja de ruta del FICEM, se planteaba como gran objetivo el reducir las emisiones de CO2 de la industria cementera, que es una de las más contaminantes del planeta… algo que también he escuchado repetidamente cuando se habla de sostenibilidad en el sector de la construcción…. y con este argumento se apreciaba con resquemor la posibilidad de desplazar el uso del hormigón como material de construcción, buscando soluciones alternativas que aparecen como más amigables o verdes que el concreto.

Sin embargo, otros materiales “aparentemente más sustentables”, tienen una vida útil mucho menor que el hormigón, por lo que deben reemplazarse con mayor periodicidad y volver a sumar emisiones y contribuir al calentamiento global, mientras que el hormigón podría emitir una vez y ya no volver a contaminar. De tal forma que, en edad planetaria, lo más importante es tener una mirada de largo plazo, de tal forma de concebir materiales que generen menor emisión, pero que, tanto o más relevante aún, se evite la repetición de emisión en sí misma y la respuesta para esto es el concepto de Durabilidad.

Así como el hidrógeno verde es la respuesta para obtener “la energía del futuro”, que se hace cargo de una menor contribución a que las temperaturas globales sigan subiendo, la Durabilidad debe ser el hidrógeno verde del mundo del concreto, ya que es uno de los materiales de construcción más durables, si es que se diseña, ejecuta y mantiene adecuadamente, tal como podemos apreciar en estructuras que datan desde hace más de 2.000 años como los ya tan conocidos monumentos Romanos como el Puente Fabricio, que es el más antiguo de Roma y uno de los que mejor se conserva de aquella época.

Lo mejor es que, estos nuevos diseños que involucran criterios de durabilidad, así como una ejecución eficiente en terreno y/o un mantenimiento adecuado, con un diagnóstico certero que permita prolongar la vida útil de estructuras ya existentes, no tienen por qué implicar una mayor inversión o significar un sobre costo respecto de un hormigón tradicional, ya que hoy existen tecnologías que permiten hacer grandes ahorros, al mismo tiempo de prolongar la durabilidad de las estructuras.

Por lo tanto, y desde el punto de vista de la innovación, el llamado es no solo a mirar nuevos materiales, sino que a concebir los tradicionales con una mirada global y eficiente, que permita construir bien a la primera y con una vida útil durable y sostenible en el tiempo.